Durante tu paseo turístico por los alrededores de la Plaza Mayor y la Puerta del Sol en Madrid, tienes la oportunidad de ver algunos de los establecimientos centenarios y más tradicionales que hay en la capital.
Algunos son ese tipo de tiendas que ya no se ven, donde se venden productos poco o nada habituales, y en muchos casos, que mantienen una tradición familiar.
Pero también establecimiento modernizados, pero que tienen un origen histórico.
De cara a tu escapada a Madrid, donde pasearás por estas zonas del centro histórico, a continuación te vamos a destacar cuatro tiendas y establecimientos centenarios, que seguro te resultará muy curioso ver.
Toda la información al detalle
El Kinze, peluquería centenaria en Cuchilleros
En los alrededores de la Plaza Mayor vas a encontrar la barbería más antigua de Madrid.
Se trata de la Peluquería El Kinze de Cuchilleros, la cual encontrarás bajando desde la Plaza Mayor por el Arco de Cuchilleros, en el número 15 de esta calle, junto al centenario restaurante Sobrino de Botín.
La Peluquería El Kinze de Cuchilleros abrió sus puertas en el año 1900, siendo su primer propietario Eladio Gurumeta.
Como esta tradicional barbería no tenía ninguna denominación comercial, finalmente asumió como su nombre el número de la calle donde se ubica.
Así, el Kinze de Cuchilleros, que es como actualmente se denomina la peluquería, nos muestra una decoración tradicional, con numerosos recuerdos y fotografías antiguas que cuelgan de sus paredes, y elementos propios de las antiguas barberías de Madrid, como el mismo sillón que se expone en su puerta.
Alpargatería Casa Hernanz
Una tienda tradicional que te llamará mucho la atención es la Alpargatería Casa Hernanz, la cual encuentras en el inicio de la calle de Toledo desde la plaza Mayor, en concreto en el número 18.
Este establecimiento se abrió al público en 186o como cordelería y alpargatería, y en la actualidad es una de las tiendas de alpargatas más populares de Madrid, la cual en verano está muy concurrida.
Las alpargatas campesinas se pusieron de moda en todo el mundo en los años 60 gracias al diseñador Yves Saint Laurent.
Y la moda sigue en la actualidad en vigor, de forma que en Casa Hernanz se venden en verano más 500 alpargatas al día a pesar de la gran competencia que viene de China.
Buena parte de ellas son producidas artesanalmente por la propia familia Hernanz, en concreto las alpargatas en las que la tela va cosida a la suela que antes era de esparto y ahora es de yute.
El éxito actual de la venta de este sencillo calzado veraniego en la Alpargatería Casa Hernanz es la gran variedad de modelos que comercializa, con más de 30 colores diferentes y numerosas tallas.
La Alpargatería Casa Hernanz es uno de los establecimientos centenarios de Madrid que han sido reconocidos por el ayuntamiento de la ciudad, de forma que cuando pases por enfrente de su escaparate, podrás ver en el suelo la placa que lo atestigua.
Capas Seseña, la tradición de la capa española
En los alrededores de la Puerta del Sol tienes la oportunidad de ver uno de los establecimientos centenarios y más tradicionales que hay en Madrid, cuyo prestigio trasciende de nuestras fronteras.
Se trata de Capas Seseña, un establecimiento dedicado a la confección artesanal y venta de la capa española, tradición que mantiene desde el año 1901.
Situado en la calle de la Cruz 23, calle que une la Plaza de Jerónimo Benavente con la Carrera de San Jerónimo, Capas Seseña es regentada por los descendientes de su fundador, Santos Seseña.
A principios del siglo XX, la calle de la Cruz era una calle conocida en Madrid por sus numerosas sastrerías donde, entre otras prendas, se confeccionaban y vendían capas españolas, a pesar de que ya era una prenda en desuso tras la proliferación desde finales del siglo anterior de los abrigos MacFerlan.
Si bien la capa es una prenda de abrigo utilizada en todo el mundo desde antes de la época romana, en concreto la capa española llegó a adquirir un gran protagonismo en la historia de España en el siglo XVIII con motivo del conocido como Motín de Esquilache.
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El marqués de Esquilache era el ministro de Economía del rey Carlos III, y se había granjeado una gran impopularidad por diversas medias tomadas, pero la gota que rebosó el vaso, y que condujo a un motín popular, fue una orden que afectaba al uso de la capa.
Con el objetivo de mejorar la seguridad en la calle, y que los delincuentes no se ocultaran tras la capa, que entonces se llevaba muy larga, dictó una orden que obligaba a que las capas tenían que ser cortas para que se pudieran ver los espadachines.
Asimismo los tradicionales chambergos, sombreros de ala ancha, debían ser sustituidos por sombreros de tres pico. Tras ese motín popular, el rey Carlos III se vio obligado a cesar a su ministro Esquilache.
La sastrería Seseña pronto se ganó fama por sus capas, llegando a ser nombrada proveedor oficial de la Casa Real en la época del rey Alfonso XIII.
Y ya desde entonces, los más ilustres personajes españoles y extranjeros se convirtieron en clientes de Capas Seseña, entre ellos cabe citar a Rodolfo Valentino, Picasso, Buñuel, Gary Cooper, Federico Fellini o Camilo José Cel
En 1966, cuando Enrique Seseña, nieto del fundador, tomó las riendas del negocio, y ante el declive del negocio de la sastrería tradicional, decidió dar el paso de dejar la venta de la ropa de caballero y especializar el establecimiento en la confección y venta de la capa española.
Esa decisión fue un éxito, lo que incrementó sensiblemente el negocio y la fama mundial de Capas Seseña.
En la actualidad, las capas españolas se siguen confeccionando en el mismo establecimiento de la calle de la Cruz, artesanalmente una a una, con un paño de cuatro a cinco metros de largo, proveniente de una fábrica de Béjar, y con terciopelo en el interior.
Los precios de las capas españolas en Capas Seseña están en el entorno de los 1.100 euros, si bien se venden capas con otros diseños más sencillos o atrevidos con precios desde 600 euros.
A destacar que el 50 por ciento de la producción se vende a clientes extranjeros.
La capa española actualmente es una prenda que se compra sobre todo como regalo, si bien ya no se utiliza en el día a día como prenda de abrigo, sino para asistir a eventos, como ir al teatro o a una boda.
Si bien los clientes siguen acudiendo directamente al centenario establecimiento de la calle de la Cruz, también comercializan a través de Internet.
Petit Palace Posada del Peine, uno de los hoteles más antiguos de España
En tu viaje a Madrid tienes la oportunidad de alojarte en uno de los hoteles más antiguos de España, históricamente conocido como la Posada del Peine.
Situado a medio camino entre la Puerta del Sol y la Plaza Mayor, en la calle Postas 17, esta histórica posada fundada en el año 1610, en la actualidad es un moderno y confortable hotel de cuatro estrellas.
El Petit Palace Posada del Peine, gestionado en la actualidad por la cadena hotelera Grupo Hotelatelier, fue completamente restaurado y reabierto en el año 2005.
El curioso nombre de la Posada del Peine se debe a que a los viajeros les ofrecían el servicio de “cama, lavabo y peine“, el cual permanecía atado por una cuerda para que no se lo llevaran.
Cuando te dirijas a la Plaza Mayor por la calle Postas, a la izquierda te sorprenderá un edificio con una fachada con un colorido rojo burdeos y ampliamente ornamentada.
Se trata del actual Hotel Petit Palace Posada del Peine, que en realidad ocupa tres edificios distintos.
Te darás cuenta que la entrada al hotel se encuentra en un edificio contiguo de menor altura, con una fachada de color amarillo, coronada con un templete que alberga un reloj.
En realidad este es el edificio donde en 1610 se estableció la original Posada del Peine, por entonces junto a una parada de las diligencias que llegaban a Madrid.
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En 1800 las instalaciones se ampliaron levantando el edificio actualmente con fachada de color rojizo. Y durante el siglo XIX la Posada del Peine seguía siendo el único establecimiento hotelero de Madrid.
En 1891 se construyó el tercer edificio de la Posada del Peine de Madrid, de forma que tras la ampliación pasó a tener hasta 150 habitaciones.
Finalmente, se cerró al público en 1970, hasta su reciente apertura.
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