Qué ver en Antibes (Francia) en 1 día, huellas de Picasso en la Costa Azul

Situada a medio camino entre Niza y Cannes, Antibes es una de las visitas más interesantes que se pueden hacer en un viaje por la Costa Azul.

No hace falta recordar que este tramo del litoral mediterráneo francés está repleto de lugares muy atractivos y que, sin duda, es uno de los destinos turísticos más conocidos de toda Europa.

Pero Antibes siempre ha sido considerado uno de las etapas imprescindibles en un recorrido por esta zona.

Su propio emplazamiento ya lo distingue de otros lugares cercanos.

Su casco histórico se levanta sobre un promontorio al borde del mar, pero el horizonte está dominado por las últimas estribaciones de los Alpes, combinación paisajística que ha sido muy celebrada desde hace siglos.

Por diferentes razones, en Antibes se han instalado muchos artistas, al menos durante una parte de sus vidas, sobre todo escritores, músicos y pintores.

Estos últimos siempre han alabado la calidad de la luz en esta zona.

Pero también han sido importantes, a lo largo de la historia, otras características más prosaicas de su ubicación.

Por eso no hay que olvidar las buenas cualidades de su puerto, que ha sido utilizado por todos los pueblos que, a lo largo de la historia, han navegado por este litoral luminoso.

Los griegos la llamaron Antípolis y construyeron una acrópolis sobre un saliente rocoso que dominaba una rada perfecta.

Desde entonces, el lugar siempre ha sido uno de los enclaves comerciales más protegidos del Mediterráneo.

Una fortaleza romana, la residencia de obispos o el castillo de los Grimaldi han guardado a lo largo de los siglos este tramo de costa.

Las huellas de Picasso en Antibes

Como ya se ha dicho, muchos artistas han pasado por Antibes, pero quien ha dejado más huella ha sido Pablo Picasso.

El pintor malagueño había visitado numerosos lugares de la Costa Azul a lo largo de los años atraído por el buen clima, la luz, la gastronomía y el ambiente local.

En 1946 recibió una oferta del conservador del museo local que no pudo rechazar: podría utilizar varias salas del castillo de los Grimaldi para pintar.

Las crónicas dicen que Picasso fue feliz allí unos meses pintando, disfrutando de la vida y descubriendo los mitos griegos que llenarían sus cuadros con faunos, minotauros y tocadores de flauta.

Museo Picasso en Antibes

Cuando Picasso dejó la ciudad, donó a Antibes una buena cantidad de obras pintadas allí, que se convertirían en la base de la colección del actual Museo Picasso que, en 1966, fue el primero dedicado a su obra.

El cuadro La alegría de vivir es el mejor reflejo de esa época.

Con el tiempo la colección fue aumentando y ahora tiene obras de Modigliani, Antonio Saura, Miró y muchos más.

No hay que dejar de disfrutar de la fabulosa terraza del museo, abierta al Mediterráneo, y donde se muestran varias esculturas de diferentes artistas contemporáneos.​

Hay que tener en cuenta que en el interior del museo no se pueden tomar fotografías.

El Museo Picasso es la principal visita que se puede hacer en Antibes, pero hay muchos más atractivos que hacen de esta pequeña población una parada imprescindible en cualquier viaje de turismo por la Costa Azul francesa.

Qué ver en Antibes

A los pies del castillo y de la vecina catedral, se extiende el laberinto de Antibes de trazado y sabor medieval.

Es una delicia pasear por sus calles estrechas repletas de rincones con encanto, algunas de las cuales dan directamente al mar.

Mercado provenzal en Antibes

Si estamos paseando por la mañana, seguro que encontramos el mercado provenzal, dedicado a los productos de la comarca, que se levanta cada día en la plaza Masséna.

En los últimos años han aparecido varios murales con pinturas en una iniciativa para desarrollar el arte urbano que se desarrolla durante la celebración del festival Coul’Heures. Hay algunos ejemplos en el casco histórico pero la mayoría están desperdigados por los barrios modernos.

Fort Carré y los bastiones de Antibes

Un recorrido por los bastiones que rodean buena parte de este casco histórico recuerdan los tiempos agitados del pasado, igual que el Fort Carré, que se levanta al otro lado del puerto.

Este puerto está repleto de yates y veleros espectaculares. Siempre se dice que el de Antibes es el puerto de barcos de placer más importante del Mediterráneo.

Después de un paseo por el puerto llamado Port Vauban (en honor del arquitecto e ingeniero militar que construyó y mejoró tantas fortalezas por toda Francia, entre ellas el Fort Carré), seguro que pensamos que aquí amarran algunos de los yates más lujosos del mundo.

Un detalle que añade interés a este puerto es la escultura Nomade, de Jaume Plensa, que se encuentra sobre el bastión Saint Jaume, de donde sale el espigón principal que protege estas instalaciones.

Y a pocos metros encontramos ya algunas playas, muy frecuentadas durante el verano.

En el otro extremo del recinto fortificado, el bastión Saint-André alberga el Museo de Arqueología, con recuerdos de la antigua Antípolis.

Paseo de los pintores en Antibes

En esta parte se puede iniciar una ruta marcada por paneles tras los lugares elegidos por los pintores (Picasso y muchos más) para plasmar en sus cuadros.

Nueve puntos donde Monet, Meissonier, Picasso, Boudin y algunos otros instalaron sus caballetes para reproducir la luz que inunda Antibes.

Este itinerario termina en el comienzo de Cap d’Antibes, donde los pinares se entreveran con mansiones de lujo al borde del mar.

Juan-les-Pins, playa, casino y yates

Por el otro extremo de la península, Juan-les-Pins es la parte de Antibes dedicada a la playa, el casino, los yates, los anticuarios y las vacaciones.

Hay algunos hoteles que conservan el glamour del periodo de entreguerras, cuando Juan-les-Pins era el centro de una vida mundana y despreocupada.

Todavía conserva parte de este ambiente.

Desde 1960, Juan-les-Pins es la sede de Jazz à Juan, uno de los festivales de jazz más importantes de toda Europa.

El escenario se sitúa en un emplazamiento excepcional, en el pinar al borde del mar, y cada año en verano actúan algunos de los artistas que establecen los cánones del jazz al tiempo que abren nuevos caminos.