Tras pasar la mañana visitando Gloucester y su puerto pesquero, llegamos a la hora prevista al lugar desde donde zarpaba nuestro barco para hacer la excursión del avistamiento de ballenas.
El Hurricane II tenía una eslora de 115 metros y una capacidad de unas 300/400 personas, según pude calcular.
Tras embarcar, la tenía una duración prevista de unas cuatro horas.
El barco partió a su hora y estuvimos un tiempo navegando por el interior del precioso puerto natural de Gloucester, y luego tuvimos que hacer un gran recorrido hasta poder divisar las ballenas.
Esta nueva jornada de nuestro viaje costa a costa por Estados Unidos nos ofrecía un día indescriptible, totalmente soleado, con el mar plano como una balsa.
Las ballenas que vimos estaban en grupo de 3 a 5 ejemplares, que cuando nos acercábamos con el barco hacían un par de fuertes inspiraciones y expiraciones, con el típico surtidor de agua, y colocándose en posición vertical, se sumergían ayudándose del conocido coletazo que todos fotografiábamos entre ohs!!! de admiración. oh!!!
Aunque en otras circunstancias estos cetáceos pueden estar sin respirar muchos más minutos, a los 3 ó 4 minutos volvían a aparecer más o menos cerca de donde se habían hundido.
Durante una hora y media estuvimos acercándonos a los grupos de ballenas que iban apareciendo por todos lados.
La verdad es que llegamos a ver muchas ballenas, unas veces más cerca del barco, otras veces un poco más allá.
Era curioso ver a tanta gente disfrutando con las ballenas como si de un espectáculo deportivo, musical o un parque de atracciones se tratara.
Poco a poco el sol iba descendiendo por el horizonte, lo que nos daba nuevas excusas para seguir fotografiando a las ballenas, ahora a contraluz, aprovechando los brillos del mar.
Iniciamos el regreso al puerto, que duró casi dos horas. La entrada al mismo fue también preciosa.
El sol nos había dado durante muchas horas, o sea que salimos un poco más bronceados de lo que entramos.
Al final la excursión había durado unas seis horas desde la salida del barco, dos horas más de las previstas.
La compañía que contratamos para ir a ver las ballenas nos garantizaba que las veríamos, y si no hubiera así, nos daban un año para volver a repetir el viaje gratis.
Tras desembarcar, paseamos unos minutos por la tienda donde había una gran variedad de souvenirs relacionados con las ballenas
Como aún había luz diurna, dimos un paseo en coche bordeando la costa al norte de Gloucester, donde pudimos parar enfrente de una playa rocosa y admirar la puesta del sol. No aplaudimos pero era para aplaudir un buen rato a esta naturaleza gentil.
Luego, satisfechos, con el alma en paz, regresamos a cenar a la habitación de hotel, donde volvimos a ver las fotos que habíamos hecho, y desde donde conectamos vía internet con el resto del mundo.
¡¡Nos ha hecho sol!! Maravilloso.
Aquí tienes más fotos de la excursión para ver ballenas en Cape Ann.
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