Qué ver y hacer en Amasya, ciudad con encanto en Turquía

Amasya es una de las ciudades más atractivas de toda Anatolia y uno de los destinos más interesantes en cualquier recorrido por el interior de Turquía.

Se encuentra a menos de 150 kilómetros de Alacahöyüc, una de las antiguas ciudades hititas, por lo que su visita se puede añadir fácilmente en un recorrido por las huellas de esta antigua civilización.

De este modo se puede hacer una buena excursión de unos pocos días desde Ankara admirando algunos de los restos más fascinantes de la historia de esta región.

Parte de la herencia monumental de Amasya, sobre todo las Tumbas de los Reyes del Ponto excavadas en la roca, están incluidas por Turquía en la lista tentativa al Patrimonio Mundial de la Unesco.

Pero además de esos restos de esa antigua civilización, el casco viejo de Amasya forma uno de los mejores conjuntos de arquitectura otomana de todo el país, que en este caso está bastante bien restaurado.

Al ser un lugar de indudable atractivo turístico, tanto para viajeros turcos como internacionales, Amasya dispone de numerosos hoteles ubicados en antiguas mansiones tradicionales otomanas, restaurantes y cafés bien cuidados, además de tiendas con productos artesanales de buena calidad.

E incluso algo de vida nocturna, lo que no es muy frecuente en las pequeñas ciudades del interior de Anatolia.

Curiosidades de la historia de Amasya

El asentamiento de Amasya ha estado habitado desde hace 5.000 años, siendo muy importante en determinados momentos de la historia.

Todo ello se debe a que ocupa un lugar verdaderamente estratégico, sobre una roca prominente junto al río Yesilirmak, que en este punto atraviesa las montañas del Ponto de camino al mar Negro.

Desde este punto se controló durante muchos siglos una de las principales vías de comunicación entre la costa y el interior de Anatolia, y todos los poderes regionales quisieron dominar este enclave decisivo.

Su época de esplendor se inició alrededor del año 300 a.C. cuando Mitrídates ocupó el lugar y fundó el Reino del Ponto, el cual duró casi dos siglos y medio como poder independiente hasta la conquista romana por parte de Pompeyo.

Después, a lo largo del tiempo, fue un importante centro bizantino, selyúcida y otomano.

Qué ver en la visita de Amasya

El río divide en dos partes muy diferentes a la ciudad.

El lado norte es una extensión muy estrecha de terreno encajado entre la orilla y la gran montaña que aparece coronada por la antigua acrópolis de Amaseia.

En la pared casi vertical de esa montaña se distinguen muy bien las cinco espectaculares tumbas excavadas de los monarcas del Reino del Ponto, que son el monumento más destacado de Amasya.

Casas otomanas de madera en Amasya

En esta barrio, conocido como Hatuniye Mahallesi, hay una gran cantidad de casas tradicionales otomanas de madera.

Aunque muchas han desaparecido —debido a incendios, terremotos e inundaciones— todavía se conserva un buen número, lo que permite hacerse una idea de cómo era Amasya hace unos siglos.

Muchos de estos edificios han sido restaurados, algunos convertidos en hoteles, restaurantes y tiendas.

Todo ello forma un conjunto muy atractivo por el que pasear, curioseando en tiendas o descansando a tomar un té o un refresco, y algunos de estos locales tienen ventanas y terrazas que se asoman al río.

Aunque lo interesante de apreciar es el conjunto, vale la pena buscar algunos edificios concretos como el Hamam Yildiz, los baños selyúcidas del siglo XIII, y Hazenranlar Konagi, una casona del siglo XIX que ha sido restaurada.

Tumbas Reales en Amasya

Es fácil encontrar el camino hacia las tumbas reales, y cerca de la taquilla hay un café con una terraza desde las que hay muy buenas vistas de Amasya.

Las tumbas fueron talladas en la dura roca basáltica y se convirtieron en el lugar donde venerar a los reyes que eran deificados tras su muerte.

Las tumbas debían de tener las fachadas decoradas con mármol, pero estas cubiertas desaparecieron hace mucho tiempo.

La subida a las tumbas puede ser cansada si no se está acostumbrado al ejercicio pero en cualquier caso vale la pena llegar a ellas.

Aunque la vista del conjunto es mejor desde la orilla sur del río, hay detalles que sólo se aprecian si se llega hasta ellas.

Una cosa que nos sorprendió fue que no sólo el interior de la tumba está excavado en la roca, pues una especie de pasillo, también excavado, recorre los laterales y la parte posterior de estos santuarios, convirtiéndolos en conjuntos realmente exentos.

Estos pasillos debían de servir de vías ceremoniales durante los rituales que se celebraban en honor de los reyes.

Para acceder a las dos tumbas más grandes se sube por una especie de túnel abierto en el precipicio, y en conjunto la visita tiene un punto de pequeña aventura.

Los arqueólogos han descubierto que uno de estos recintos fue utilizado como capilla durante la época bizantina.

Madrasa Büyük Aga Medresei en Amasya

Antes de cruzar por cualquiera de los diferentes puentes que hay sobre el río hasta la otra parte de la ciudad, vale la pena dirigirse hacia la Büyük Aga Medresei, una curiosa madrasa octogonal del siglo XV.

Las madrasas son las escuelas coránicas y cuando la visitamos su patio estaba lleno de estudiantes que recitan en voz alta los textos sagrados para aprendérselos.

Al otro lado del río se extiende la mayor parte de la población de Amasya y hay también bastantes lugares de interés.

Por supuesto siempre hay que pasear por esta orilla para disfrutar de la vista de la ciudad antigua y las tumbas pónticas.

En este paseo se encuentra el monumento a Estrabón, el gran geógrafo de la antigüedad, que era natural de Amaseia.

Una curiosidad que se encuentra también en este paseo es una estatua de un personaje con ropajes otomanos, pero que tiene un teléfono móvil en la mano y está en posición de hacerse un selfi.

Naturalmente todo el mundo quiere hacerse una foto con esa estatua.

Por en toda esta zona abundan las mezquitas.

La del Sultán Beyazit II es la kulliye más grande de Amasya.

Una kulliye es un complejo formado por una mezquita y una serie de edificios anexos que dependen de ella, y normalmente incluyen una madrasa, una cocina, una fuente, una biblioteca, un hospital y un alojamiento.

Museo de Amasya

Si se dispone de un poco de tiempo, vale la pena acercarse al Museo de Amasya, en el cual se conservan buenas piezas de todas las culturas que se han establecido en este lugar.

Destaca la estatuilla en bronce de Teshub, el dios hitita de las tormentas.

También hay una serie de momias del siglo XIV.

Castillo de Harsena en Amasya

Si no se dispone de vehículo propio, hay que tomar un taxi para subir hasta el castillo de Harsena, en lo alto de la gran roca que domina Amasya desde una altura de casi 300 metros sobre el río.

Hay restos de la fortaleza del rey Mitrídates, aunque el lugar ha sido habitado y defendido desde muchos siglos antes y después. Las vistas desde lo alto son magníficas.

Mapa: cómo llegar a Amasya

La ciudad de Amasya se encuentra en el interior de la península de Anatolia, a 325 kilómetros al noreste de Ankara, cuatro horas en coche.