Así fue la exposición de Toulouse-Lautrec en CaixaForum de Madrid

Hasta el 19 de mayo tienes la oportunidad de visitar la fabulosa exposición de Toulouse-Lautrec que se presenta en Madrid de la mano de CaixaForum.

Una magnifica presentación que pretende recuperar la explosión cultural que te trasladara sin darte cuenta al barrio parisino de Montmartre, cuna de grandes artistas y bohemios de la época.

Por tanto, para tener una mejor comprensión de la exposición, vale la pena conocer cómo era el ambiente que se vivía en dicho popular barro en la época en la que Henri Toulouse-Lautrec residió en París.

Y también cuál era la relación que los grandes artistas de finales del siglo XIX como él, un gran genio que marcó una época con un estilo innovador, establecieron con la capital francesa.

Montmartre, un barrio parisino diferente

En 1880 Montmartre era una zona marginal y hasta peligrosa lejos del centro de Paris, pero que atrajo a jóvenes artistas, pintores, escritores y músicos de la época que buscaban algo diferente y que se mudaron allí buscando desarrollar su creatividad.

Todos querían vivir gastando lo menos posible trabajando en el atractivo Paris.

El barrio de Montmartre les daba ese punto bohemio que buscaban y así evitar el centro burgués de la capital francesa, que además de caro no respondía a sus inquietudes.

Las calles estaban siempre animadas con sus cabarets, teatros, cafés concierto y los circos que se convertían en fuente de inspiración para los artistas.

Los artistas e intelectuales de la época no solo asistían a los espectáculos, sino que además empatizaban con los vagabundos, bailarines y prostitutas.

Les atraía el lado más oscuro de la vida, viéndose a sí mismos como personas al margen de la sociedad establecida, y de aquí salieron numerosos talentos en todos los campos del arte.

Se sentían orgullosos de su forma de vida al margen de lo habitual.

El Moulin de la Galette era el local de espectáculos que frecuentaba la clase trabajadora, mientras que al Moulin Rouge iba la gente más adinerada que pagaban cantidades enormes por ver los curiosos y provocativos bailes del cancán o chahut.

Fue un barrio transformador y Toulouse-Lautrec fue una figura clave que enlazo a artistas e intelectuales del momento y que colocaron a Montmartre en el punto de la vanguardia y la transgresión de finales del siglo XIX.

Curiosidades en la biografía de Henry Toulouse Lautrec

 Toulouse-Lautrec nació en el Castillo de Albi en 1864, en una familia de la nobleza.

Ahora el museo dedicado a su obra es una de las visitas imprescindibles en la citada y muy bonita ciudad de Albi, al sur de Francia.

En aquella época era habitual que en muchas dinastías de la antigua aristocracia los matrimonios estuviesen concertados, por lo que era muy normal emparentar con primos y familiares.

Con ello se intentaba evitar las divisiones territoriales y que la fortuna se dispersase.

Este fue el caso de Toulouse-Lautrec ya que sus padres eran primos hermanos y esto acarreó en el artista muchos problemas de salud desde muy pequeño.

Con cuatro años tuvo un hermano menor, pero falleció un año después, y al poco tiempo sus padres se separaron y el quedó al cargo de su madre Adele.

A pesar de padecer una enfermedad que afectaba al desarrollo normal de sus huesos, la cual comenzó con diez años, el artista tuvo una infancia feliz, eso sí, marcada por muchas visitas a los médicos.

Un año después la debilidad de sus huesos provocó dos fracturas en los fémures de ambas piernas y no pudo crecer más.

Era una persona de aspecto frágil y endeble que no alcanzó más que 1,52 m de altura.

Ya desde niño le gustaba dibujar y hacia bocetos de caballos ya que su padre fue un gran aficionado a la caza y la equitación.

Pintaba todo lo que le rodeaba en torno al castillo desde que con 13 años pintó su primer cuadro, Artilleros a caballo.

Ante el interés que mostraba, sus padres le pusieron clases de pintura con pintores amigos de la familia y esto marcó su vida para siempre.

Se fue a vivir a Paris en 1881 y allí fue alumno de León Bonnat, retratista de moda en la época.

En una de las clases que recibió, conoció y se hizo amigo de Vincent Van Gogh y en 1884 se fue a vivir a Montmartre, donde uno de sus vecinos más famosos era Degas.

Toulouse-Lautrec sentía fascinación por los locales nocturnos, siendo cliente habitual de muchos de ellos como del El Chat Noir o El Folies Bergére.

El mundo de la prostitución le apasionaba y fue tema reiterado en sus obras; pintaba prostitutas, bailarines y actores en su vida cotidiana, ya se estuviesen cambiando, actuando o en una visita al médico.

Le interesaban los ambientes cerrados y las luces artificiales, muy lejos de los paisajes que los impresionistas de la época gustaban de retratar.

Fue un gran observador y ridiculizó con maestría la hipocresía de los más poderosos que en privado gustaban de los vicios que criticaban en público.

Fue íntimo amigo de la bailarina y prostituta Louise Weber conocida como la Goulue” y como La Reina de Montmartre, a la que dibujó en numerosas ocasiones bailando el cancán parisino, baile de moda en el que se levantaba la pierna y las faldas.

Los dueños de los locales que visitaba le pedían que hiciese carteles para promocionar sus espectáculos, y esto encantaba a Lautrec, que dibujaba en los locales todo lo que veía, vendiendo sus obras por las mesas.

Tenía una memoria fotográfica que le permitía pintar con una gran rapidez.

En la pintura al óleo no destacó demasiado, pero donde alcanzó mucha popularidad fue en las ilustraciones que hizo para revistas y carteles publicitarios.

El mundo del vicio y la extravagancia atrapó a Toulouse Lautrec desde el primer momento, y era allí donde se refugiaba todo el día, así como en el alcohol.

En Montmartre podía disimular sin temor su minusvalía y pasar desapercibido, con lo que daba rienda suelta a sus debilidades y a su vida bohemia.

Se consideró a sí mismo como un cronista social del momento y se mezcló con los sectores más bajos del pueblo, representando la vida nocturna parisina.

Lautrec también viajó a Londres donde conoció a Oscar Wilde con el que congenió rápidamente, y del que dicen hizo el retrato que más consiguió reflejar la personalidad de Wilde.

La sífilis y el alcohol deterioraron su salud muchísimo, sufriendo algunos episodios de locura, y a partir de 1897 padeció manías, depresiones y cuadros de neurosis.

Se le paralizaban las piernas y en varias ocasiones le tuvieron que recoger tirado en las calles por una borrachera, pues bebía de todo, siendo su preferida la absenta, la cual tomaba sin control.

En una ocasión un delirium tremens le hizo disparar a las paredes de su casa pues se creía que estaban llenas de arañas.

Después de varios de estos episodios lo internaron en un sanatorio mental, donde siguió pintando, y donde realizó pinturas sobre el circo.

Cuando finalmente salió del sanatorio, su madre se hizo cargo de él gasta que en 1901 murió cerca de Burdeos completamente alcoholizado.

Al contrario que otros contemporáneos, Lautrec fue un artista reconocido en vida y su trabajo fue muy valorado.

Su madre Adele, junto con su marchante, abrió en 1922 el antes citado museo Toulouse-Lautrec en un palacio del centro de Albi, donde hoy se conserva una gran parte de su obra.

Qué ver en la exposición de Toulouse-Lautrec

La exposición que ahora puedes visitar en CaixaForum de Madrid presenta más de 350 obras y proviene de préstamos de todo el mundo, tanto de colecciones privadas como públicas.

Es una muestra de obras que intenta hacernos comprender el espíritu que se vivió en el barrio parisino de Montmartre desde que se anexionó a Paris en 1860.

La exposición te presenta obras que no habían compartido espacio desde que fueron creadas; podrás contemplar litografías con grandes imágenes en color, sombras chinescas, revistas humorísticas y dibujos, además de piezas inéditas con su firma.

También hay obras de algunos de los artistas más reconocidos del momento que compartieron entorno con Lautrec, como Pierre Bonnard, Alexander Stein, Paul Signac, Lluís Cheret o Vincent Van Gogh.

En la exposición te trasladas a una explosión de creatividad en un entorno bohemio y de vanguardia, en el que jóvenes artistas e intelectuales de la época se reunieron para crear un movimiento que rompía con lo establecido y que se encontraba muy al margen de la burguesía.

El arte ya no quería estar colgado en las casas de los aristócratas, sino en las calles.

La exposición pone de manifiesto los valores colectivos de un momento cultural en el que el arte se convierte en una fiesta en la que se mezclan la alegría, el vicio, la música, la poesía, el teatro, las artes plásticas y el circo.

Podrás hacer un recorrido por el París bohemio de entre siglos y comprender lo que significó el espíritu de Montmartre en el desarrollo del arte moderno.

Ahí destacó la creación de una producción artística efímera como carteles, ilustraciones, impresiones y diseños que se perpetuaron en el tiempo.

Verás como con la llegada de la fotomecánica el dibujo tomó una nueva dimensión con la creación de carteles con un estilismo absolutamente distinto e innovador.

En esa época se empieza a dar la espalda al realismo haciendo posters de colores planos y formas sintéticas, y supone el comienzo de la ilustración moderna y el diseño gráfico.