El Valle de Baztán es uno de los enclaves más interesantes de los Pirineos y un destino a tener en cuenta a la hora de preparar un viaje de turismo por Navarra.
Es famoso por la imponente arquitectura tradicional de sus pueblos y, sobre todo, por la belleza de su naturaleza. De hecho, a veces es descrito como la Suiza navarra.
Ahora se llega fácilmente al valle, pero hasta la creación de las modernas carreteras era una zona relativamente aislada, y por eso ha desarrollado una cultura y un folklore muy peculiar, diferentes a los de las zonas vecinas.
De hecho, el río Baztán es el mismo que el Bidasoa, y el cambio de nombre se produce cuando sale del valle.
Toda la información al detalle
Valle de Baztán, escenario de la Trilogía del Baztán de Dolores Redondo
Eso nos hace pensar que histórica y culturalmente esta parte del curso del río es algo diferente de la comarca que encontramos aguas abajo.
En los últimos años el valle ha cobrado una fama extraordinaria por ser el escenario de la llamada Trilogía del Baztán, las apasionantes historias de misterio creadas por la escritora Dolores Redondo que se desarrollan en esta zona.
El valle se encuentra en el extremo occidental de los Pirineos, muy cerca ya del Cantábrico, y por el discurre el Camino de Santiago Baztanés.
Es un universo poblado por bosques, prados, cascadas y árboles singulares que comparten espacio con los espíritus de la mitología local.
Sus aldeas monumentales están repletas de palacios que recuerdan una historia centenaria.
Elizondo es la capital de este microcosmos y, a su vez, el principal escenario de novelas de Dolores Redondo.
Una carretera recorre el fondo del valle y siempre hay mil razones para detenerse o desviarse.
Lo primero que llama la atención es la naturaleza, ya que estamos en el más verde de los valles pirenaicos, poblado de hayedos, robledales y castañares que se alternan con pastos siempre verdes.
Las nieblas matinales suelen crear un ambiento mágico y es fácil imaginarse a las lamias y otros personajes del folklore local en lo profundo de los bosques y junto a las cascadas.
Hasta hace unos 25 años, para llegar al Valle de Baztán la carretera tenía que superar el puerto de Belate.
Ahora se atraviesa uno de los túneles más largos de la Península y, de golpe, abandonamos los horizontes amplios de las tierras llanas y nos vemos rodeados de montañas.
Así se siente que se entra en un lugar especial en el que da gusto perderse.
Aunque la carretera que sube y sube hasta el puerto de Otxondo marca el camino, cada dos pasos aparece la tentación del desvío, que siempre está justificado.
En esta primera parte del recorrido se sigue la regata Marin que baja hacia el Baztán, y enseguida surgen las posibilidades de detenerse.
Dólmenes y túmulos prehistóricos en Valle de Baztán
En el caserío de Almandoz ya se aprecia por primera vez el escudo ajedrezado del valle, que encontraremos con diferentes versiones en la fachada de las casonas del valle.
Una curiosidad de esta parte del valle es que está llena de restos de dólmenes y túmulos prehistóricos. Buscarlos es la excusa perfecta para iniciar una caminata entre los bosques.
Una característica de la arquitectura baztanesa son las casas-torre, muchas de las cuales se remontan a la Edad Media.
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Casa torre y palacio de Arrechea en Jaureguía
En Zozaia, un barrio de Oronoz-Mugaire, encontramos Jaureguía, la primera de las muchas que veremos en el camino.
Aquí también está el palacio de Arrechea, de cabo de armería. Este nombre se da a los solares de los linajes más antiguos, algunos del siglo XIII, que gozaban de muchos privilegios y eran una de las peculiaridades del reino de Navarra.
Es interesante ver cómo, en muy pocos kilómetros, ya hemos descubierto algunos de los aspectos únicos de Baztán.
Mirador de Baztán en Zigaurre
Conviene volver un poco sobre nuestros pasos y tomar en Berroeta una carretera secundaria que conduce a Zigaurre.
Allí está el mirador del Baztán, desde donde se domina buena parte del valle y descubrimos su paisaje característico con caseríos, pastos y bosques cubriendo las laderas.
No deja de sorprender, a cada paso, la abundancia de casonas y palacios en núcleos tan pequeños.
En Ziga, los palacios de Egozcue y Mayora, más la iglesia de San Lorenzo, generan un poderoso ambiente monumental en una zona rural, sensación que no desaparece en toda la ruta.
Palacios y casonas en Elizondo en Valle de Baztán
Elizondo es, en términos efectivos, la capital del valle y de hecho es la única población con aire urbano del valle.
Hay que pasear por los alrededores de la calle Jaime Urrutia y admirar la gran cantidad de palacios y casonas: Arizkunenea, Arozarena, Poskonea, Datue, Apezenea, etc.
Abundan también los rincones con encanto, como la plaza de la Coral.
Los lectores de la Trilogía del Baztán de Dolores Redondo disfrutarán buscando los numerosos lugares relacionados con las historias que investiga la inspectora Amaia Salazar, como el puente Antxitonea, la piedra de Botil Harri, además de casonas, tabernas y obradores, unos reales y otros ficticios.
Un lugar que no hay que perderse es la pastelería Malkorra, junto a la iglesia, para degustar los txantxigorris.
Se trata de unas tortas hechas con manteca de cerdo que casi habían desaparecido de la escena gastronómica baztanesa. pero que han recobrado su presencia por su peculiar presencia en las novelas, que no podemos desvelar.
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Arizkun en Valle de Baztán
Río arriba, Arizkun tiene también su protagonismo en la Trilogía del Baztán pero éste no es más que un capítulo más de su larga historia.
El Convento de las Hermanas Clarisas, con su imponente fachada barroca, destaca en una población tan pequeña.
Igual que el legendario palacio de los Ursúa, solar del linaje de Pedro de Ursúa, fundador de la Pamplona colombiana, quien murió en una expedición en busca de El Dorado en la cuenca amazónica.
Esta casona se encuentra en un extremo del barrio de Bozate, donde los agotes —una minoría discriminada durante siglos— se asentaron durante siglos.
Ahora, la obra escultórica de Xabier Santxotena añade profundidad y belleza a este barrio de Arizkun.
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Amaiur en Valle de Baztán
La carretera se vuelve más y más empinada.
A Amaiur se entra por un arco que da la bienvenida a los viajeros. Aquí abundan los palacios y hay que visitar el puente, la iglesia y el molino, que se ha rehabilitado y vuelve a producir harina.
Un camino de un kilómetro y medio lleva hasta los restos del castillo, el último foco de resistencia navarra a la incorporación a Castilla.
Desde aquí la vista flota sobre los prados, los bosques, las casonas y la historia.
Desde Amaiur la carretera sube hasta el puerto de Otxondo y por tanto se puede considerar que el recorrido por el valle ha terminado.
Pero ya que estamos, aquí no podemos dejar el recorrido y tenemos que descender hasta Urdax por una carretera que atraviesa un bonito hayedo.
Cuevas de Zugarramurdi en Urdax y su leyenda
Muy cerca de Urdax encontramos Zugarramurdi y sus famosas cuevas.
En 1610 tuvo lugar en Logroño un auto de fe que juzgó a una treintena de mujeres de esta zona que supuestamente practicaban actos de brujería en las grutas y prados cercanos.
La cueva principal es un impresionante túnel de 120 metros de longitud.
De camino a las grutas se pasa por el Museo de las Brujas, cuya visita permite adentrarse en este mundo apasionante.
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