Tras la visita de Beverly Hills y Rodeo Drive, en nuestro road trip por Estados Unidos y Canadá, nos dirigimos a Malibú, famosa población costera situada al oeste del condado de Los Ángeles.
Con una población que ronda los 14.000 habitantes, realmente Malibú se extiende en una línea de 43 kilómetros por la costa Pacífica.
Famosa por su clima y sus playas arenosas, en esa zona residen varias estrellas mediáticas y tienen su sede grandes compañías del negocio del entretenimiento de California.
El nivel de vida en Malibú es alto, y el precio del alquiler de las casas, que suelen ser de madera, es elevado. Como la mayor parte de Malibú es residencial, encuentras pocos bancos y centros comerciales.
En nuestra visita a esta famosa localidad de la costa oeste de Estados Unidos, recorrimos casi la totalidad de la zona costera de Malibú, en ida y vuelta. Al coincidir con un domingo de un buen día de verano, en la carretera encuentras mucho tráfico.
Durante el recorrido, puedes ver muchos (pero muchos…) coches de lujo. También ves bastantes restaurantes de inequívoco alto nivel, con mucha oferta de pescado en el menú.
Finalmente encontramos un hueco donde aparcar el coche para comer. El restaurante se llamaba Goggies, y estaba a unos pocos metros de la playa de Malibú. Tuvimos que hacer algo de cola, pero comimos bastante bien.
Como curiosidad, hemos estado un rato hablando con un bombero que estaba con su camión de bomberos, con su llamativo color rojo y todo su equipamiento, mangueras, etc…
Se trata de un vehículo que desde su infancia atrae especialmente a Miquel. Finalmente conseguimos que Miquel, el fireman, pudiera subirse al camión, y le hicimos varias fotos en las que no puede ocultar su gran satisfacción. ¡Sueño conseguido!
En Malibú visitamos también un campo de béisbol donde estaba entrando un equipo. El escenario era fantástico, pues el campo estaba situado junto a un acantilado sobre el Océano Pacífico.
Playa de Malibú
Decidimos ir a pasear por la playa, por una zona de características casas de madera, todas preciosas, todas diferentes, situadas en la misma línea de mar.
Nos costó, pero finalmente conseguimos dejar el coche cerca de un pasadizo de acceso a la playa.
Las casas se suceden, una junto a la otra, a lo largo de toda la costa, y aunque creo que la playa es pública, no es fácil su acceso, por lo que es como si fuera una playa casi privada.
Ha sido un gran día soleado, con buena temperatura, buen ambiente y disfrutando en buena compañía.
Regresamos al hotel, compartiendo el atasco que sufren los angelinos volviendo de las playas. Desde las autopistas podemos ver el downtown de algún barrio de Los Angeles, bastante espectacular.
Llegamos al hotel a una hora decente, con tiempo suficiente para ir al súper, comprar la cena y las cervezas, y concluir la jornada cenando en la habitación de Miquel y Dolors.
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