Valoración: *** Muy Recomendable
El Castillo de Edimburgo es mucho más de lo que entendemos habitualmente como un castillo. En realidad se trata de un gran complejo fortificado, si bien no alcanza las dimensiones de, por ejemplo, el Castillo de Praga.
Al igual que este último, el Castillo de Edimburgo se sitúa en lo alto de un colina, si bien su emplazamiento sobre un promontorio rocoso es más espectacular que el emplazamiento del Castillo de Praga.
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Para acceder a esta zona más protegida del castillo, deberemos de pasar por la Puerta de Foog, la cual fué construida en el siglo XVII, precisamente para fortalecer las defensas interiores. Sus muros de enorme anchura están habilitados para colocar cañones.
En esta zona interior encontraremos los más destacados edificios del Castillo de Edimburgo, los que circundan la denominada Plaza de la Corona, destacando el Palacio Real y el edificio del Monumento Nacional a los Caídos de Escocia.
Pero con antelación podremos visitar la Capilla de Santa Margarita, que es el edificio más antiguo de Edimburgo. Junto a ella veremos el impresionante cañon Mons Meg.
Dentro de esta zona fortificada del Castillo de Edimburgo, podremos pasear por sus murallas y pasaremos por la Torre de Argyle. Construida en 1887, pasando a ocupar la parte superior de la Puerta del Rastrillo, el objetivo inicial era que albergara las joyas de la Corono, lo cual nunca ha ocurrido.
En esta zona de las murallas interiores, también veremos el curioso cementerio canino, una pequeña zona ajardinada, donde desde 1840 se han ido enterrando las mascotas del regimiento y los oficiales del castillo.
Para finalizar nuestra visita por estas murallas, también encontraremos unas baterías de cañones que apuntan hacia el centro de la ciudad moderna de Edimburgo. Desde estos cañones tenemos la sensación de poder «destruir» el Scott Monument o el Hotel Balmoral.
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