Tu recorrido por las carreteras de las Cañadas del Teide, o las que te llevan a este impresionante paraje volcánico de la isla de Tenerife, te deparan rincones realmente sorprendentes.
Uno de ellos, que debe ser una visita imprescindible en tu viaje a Tenerife, es el mirador de la Tarta del Teide.
Se trata de un emplazamiento ideal para disfrutar de las vistas panorámicas del mar de nubes que durante varias épocas del año suelen cubrir el Valle de la Orotava, al pie del majestuoso pico volcánico del Teide.
Pero este mirador tiene una doble vertiente, pues en realidad se trata de dos miradores.
Por la carretera TF-24 que partiendo de La Laguna sube al monte de la Esperanza, te lleva por el borde superior de la cordillera hasta las Cañadas del Teide, te encontrarás una curva que atraviesa una antigua río de lava.
En este paraje volcánico conocido como la Tarta del Teide es donde se sitúa el mirador.
La denominación de tarta viene porque aquí puedes ver muy bien los resultados de diferentes erupciones, cada una de las cuales se corresponde con una capa de color diferente.
Estas erupciones han podido tener lugar durante días o semanas, arrastrando materiales de distintas características.
Y entre cada una de las capas que ahora puedes ver en la Tarta del Teide pueden haber transcurrido siglos o milenios.
Según se señala en el cartel informativo que encuentras en el mirador de este paraje volcánico, la capa blanca está formada por fragmentos de piedra pómez y es muy porosa y ligera.
Las capas negras se forman por picón basáltico, característico de las erupciones con bajas emisiones de gas.
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Y, por su parte, las capas rojizas también son de picón basáltico, pero su color es el resultado de haber entrado en contacto con aguas subterráneas que han oxidado el material antes de evaporarse por el calor.
En suma, la Tarta del Teide es uno de los paisajes más bonitos y uno de los mejores lugares de la isla de Tenerife para apreciar cómo las erupciones han creado bellos paisajes volcánicos.
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